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Las plantas terrestres evolucionaron a partir de ciertas algas que un día salieron del mar para colonizar la tierra, quizás este hecho tuvo lugar hace unos 500 millones de años, aunque algunos estudiosos lo sitúan incluso antes.

Desde entonces hasta hoy, el mundo de los vegetales se halla inmerso en una desenfrenada carrera por ocupar la totalidad de los hábitats del planeta tierra. Y es que, una invasión tan excepcional, ha requerido de unas transformaciones excepcionales.

 

Muchas y variadas han sido las adaptaciones que los vegetales han diseñado a través de los tiempos, para que las plantas ocupasen los diferentes nichos ecológicos que la naturaleza les iba ofertando.

Quizás una de las más llamativas sea la adaptación a la aridez o a la ausencia de lluvia, y aunque esta no es la única, sí que puede ser una de las más notorias.

Almería y las regiones naturales que conforman su entorno, al quedar ubicada en el llamado sureste árido peninsular, dispone de un numeroso plantel de especies que guardan intrigantes historias que darnos a conocer.

La botánica cómo ciencia suele presentar más preguntas que respuestas y por ello, en esta serie divulgativa de "Las adaptaciones de las plantas", trataremos de desgranar algunos de sus interrogantes para encontrar las respuestas más adecuadas.

 

 



En la falda más oriental de un extinto volcán del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, un reducido grupo de plantas de tallos jugosamente carnosos y asemejados a un pequeño cactus, se abren camino a la vida por entre una ladera pedregosa.

Llegaron desde África hace casi seis millones de años, en el Período Messiniense, cuando el Mediterráneo quedó desecado. Sufren una atroz sequía por la carencia de lluvias, pero sin embargo presentan un agradable aspecto como si de modo periódico fuesen regadas por alguien.


No demasiado lejos de allí y en el mismo entorno natural, un reducido grupo de plantas, de frágiles tallos con pequeñas hojas carnositas y bellísimas flores rosadas en forma de conejitos, penden graciosamente de la pared volcánica de un acantilado.

Mientras los ejemplares encaramados en la roca, aparentan un turgente desarrollo, los que se encuentran a sus pies, en una pista transitada por vehículos y por los rebaños caprinos que merodean la zona, muestran sus tallos destrozados y la mayor parte de sus hojas, raídas por los animales o simplemente cubiertas de polvo.


Las llanuras ocupadas por el retamal y algunas ramblas adyacentes del Desierto de Tabernas, aparecen en los primeros meses de cada año, tapizadas de una sugerente tonalidad blanquecina, que el visitante puede llegar a confundir con el fresco rocío mañanero.

Tras las escasas, aunque en ocasiones torrenciales lluvias del otoño, algunos enclaves de este desierto, ofrecen a quienes lo visitan uno de los mayores espectáculos naturales de Almería. Millones de blancas "linarias" son mecidas por el viento, impregnando a estas tierras baldías de una agradable esencia a vainilla.


En el extremo opuesto de Almería Natural, aparece un entorno protegido que poco o nada tiene en común con los anteriormente citados. Más continental que mediterráneo, la abrupta Sierra de María, disfruta o más bien todo lo contrario, de una pavorosa climatología que pone un plus de dificultad a los seres vivos que allí habitan.

Algunas fisuras calizas de los farallones más emblemáticos de esta sierra, quedan engalanados en la época de mayor insolación estacional, con decorativas matas de la "sideritis" de floración más tardía de cuantas se conocen en la flora del sudeste peninsular. 


Pero, ¿qué tipos de mecanismos adaptativos hacen que tanto la sideritis, como las linarias y demás especies mencionadas, puedan desarrollar dignamente sus ciclos vegetativos en estos entornos aparentemente hostiles?



 


 

En numerosas ocasiones hemos escuchado los términos de precipitación en forma líquida, cuando lo que cae es agua; o en forma sólida, cuando es nieve; pero, ¿y cuando lo hace en forma gaseosa?

Cuando lo hace en forma gaseosa, aparecen los auténticos "regalos de la lluvia oculta"

 

Para localizar a la especie que os deseo mostrar, cómo un auténtico "Regalo de la lluvia oculta", me he desplazado a la zona más oriental del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, más concretamente a los pies de uno de sus emblemáticos vestigios volcánicos: El Cerro de Los Frailes.

Se trata de una ladera pedregosa de carácter volcánico (cómo lo es, casi todo el parque), que se encuentra orientada a una zona dónde los vientos dominantes azotan casi a diario.

En su ladera, habré de caminar con sumo cuidado esencialmente por dos motivos. Porque podría romperme fácilmente un tobillo en este desaguisado pedregoso, y porque la planta en cuestión, se camufla de tal modo con su entorno, que podría llegar a pisarla, antes incluso de llegar a verla.

 

Para llegar hasta ella, he de darme una buena caminata, ya que los sesudos gestores de este espacio natural, se han desmadrado colocando multitud de paneles informativos, prohibiendo totalmente la circulación de vehículos a motor.

En este punto, en la llamada Playa del Arco, dejo mi vehículo y cargo con algunos pertrechos para tomar algunas fotografías, comenzando de este modo mi pequeña aventura.

 

La especie que os mostraré en este capítulo, habré de localizarla en las faldas de ese enorme volcán que tengo a mis espaldas.


El camino de aproximación hasta llegar a la especie que deseo localizar, es una serpenteante pista de tierra que bordea algunas calas y acantilados. Será mi guía durante unos pocos kilómetros, aunque el lugar dónde habré de llegar, me resulta fácilmente identificable por ser la falda de un descomunal volcán.


Desde aquí, habré de ser autosuficiente, ya que más adelante no podré abastecerme absolutamente nada, ni tan siquiera agua.


       

Cómo he de recorrer un buen trecho antes de llegar a mi destino, me entretengo por el camino, tomando algunas fotografías de la huella dejada por los volcanes hace algunos millones de años. Curiosamente, a mi izquierda aparecen una serie de recónditas "calas" de muy complicado acceso.

"Cala Chica", "Cala Grande" y a lo lejos, "Punta de Loma Pelada". Cuando azota el viento de levante, el espectáculo del oleaje rompiendo sobre las rocas resulta impresionante, pero sin embargo hoy, amaneció un plácido día con una suave brisa de poniente.


Arisarum vulgare o "Candilitos".


Mientras, en el lado contrario del camino, aparecen especies de plantas tan interesantes, como "Sonchus pustulatus", fácilmente confundible con una vulgar "cerraja", pero que sin embargo, no lo es. Se trata de una rara especie en peligro crítico de extinción, que anteriormente había localizado en los acantilados próximos a la ciudad de Almería.

En las cunetas de la pista, aparece unos extraños seres en forma de jarrones, que se asemejadas a algunas especies carnívoras del sudeste asiático; son los llamados: "Candilitos".


Sonchus pustulatus en pared volcánica.



Este es el espectáculo durante el trayecto...


Cuando me restan apenas unos pocos metros, para acceder al entorno que llevo en mente, intento pasar por alto otras especies de plantas que digamos, no he venido a ver, como Fagonia cretica, Asphodelus tenuifolius y cómo no, la abundantísima Asteriscus maritimus.

Cuando de improviso, comienzo a divisar. uno de los milagros del Cabo de Gata: una diminuta y en ocasiones imperceptible especie, que apenas sobrevive en este entorno dónde más bien, parece que intenta desarrollar su ciclo vital: el "Chumberillo de lobo".


--- entre palmitos y chimeneas volcánicas.



El Fraile o Los Frailes, envueltos en una densa niebla matutina.



Llegados a este lugar me aguarda un cerro áspero y desgarrado, en el que la dificultad en escalarlo no estriba tanto en su altitud, cómo en las características de su pedregoso suelo en el que a buen seguro me jugaré a cada paso una torcedura de tobillo o quizás algo peor; pero también sé que en él, encontraré una auténtica joya de la naturaleza: "El Chumberillo de lobo".


 

El "Chumberillo de lobo" es el nombre común que se le da a esta especie de la familia de la Asclepiadáceas y que vegeta exclusivamente en las provincias del árido sureste peninsular (Almería y Murcia). Se trata de una diminuta planta con aspecto de cactus y que sin embargo no lo es, de gruesos tallos verdes o verde-azulados, de hojas muy carnosas fácilmente caedizas y de un tamaño aproximado que puede alcanzar hasta los 15 ó 20 cms. de altura.

 

Llaman poderosamente la atención sus espectaculares flores purpúreas, que desprenden olores fecales para atraer a sus polinizadores, que por lo general no son otros que nuestras molestas moscas domésticas.

Una vez polinizadas las flores, aparecerán unos frutos corniformes repletos de semillas dispuestas a ser propagadas por el viento. Si no sufre situaciones apremiantes de estrés hídrico, nuestro "Chumberillo de lobo" puede llegar a florecer durante todos los meses del año. Su nombre científico es: "Caralluma europaea".

 


El camuflaje con el entorno, es otra de las adaptaciones del "Chumberillo de lobo"


 Entre los desolados terraplenes y pedregales del Cerro de Los Frailes, un nuevo protagonista aparece de repente en nuestra historia.

Se trata de una especie que aparentemente, poco o nada tiene que ver con las "Carallumas", pero que sin embargo pertenece a su misma familia: las Asclepiadáceas.

Se trata de la "Cornicabra", que físicamente tan sólo parece tener en común, el aspecto de sus frutos que le da el nombre común.

Esta planta que sin serlo, parece un cactus, lucha todo el año por sobrevivir en un entorno inhóspito e irreal. Aquí, la mayor parte del tiempo, el aire es seco e irrespirable; y el suelo pedregoso, no tiene la mínima posibilidad de retener ningún aporte de lluvia, en el caso de que esta aparezca.

Pero cuando llega, es cómo si la planta detectase la más que previsible escasez hídrica que se le viene encima, y en apenas unos días su seco y endeble tallo, se rellena de agua para florecer y obrar en ella el milagro de la vida.


La "Cornicabra" (Periploca laeviegata) es el pariente más cercano a nuestro protagonista.


Observando las enormes moles volcánicas del Fraile y del Cerro de Los Frailes, que con sus cerca de 500 mts. de altura sobre el nivel marino, supone ser la cota máxima de este espacio natural, siempre me he preguntado, ¿qué o quién ha depositado en esta ladera a esta enorme y pesada especie?

Por sus dimensiones, parece poco probable que los vientos hayan podido hacerlo. La "Opuntia" en cambio, con un aspecto y modo de vida similar, si que fue traída aquí por la mano del hombre.

Por otra parte, es una especie que sólo puede verse en puntos muy aislados del Cabo de Gata, Desierto de Tabernas y en escasos enclaves murcianos, por lo que a ciencia cierta, demuestra que la especie no se halla ni mucho menos en período de expansión.


 


OPCIONES ADAPTATIVAS DE "CARALLUMA EUROPAEA"



Las flores se asemejan a las "Stapelias"


La presencia de nuestra especie protagonista en suelo almeriense, se debe a la comunicación terrestre originada entre el continente europeo y el africano,

 

durante el Messiniense hace unos seis millones de años. En lo que hoy llamamos Estrecho de Gibraltar, se formó un puente de tierra que llegó a desecar gran parte del Mediterráneo, uniendo Europa

con África. Muchos fueron los seres vivos, tanto animales cómo vegetales, que aprovecharon la conexión para pasar de un continente a otro. Son los llamados íberoafricanismos, y el "Caralluma europaea" fue uno de ellos.


A veces uno se pregunta: ¿que hace una planta cómo tú, en un sitio cómo este?



 

 Esta unión de continentes, duró algo más de medio millón de años, tiempo suficiente para que las especies en tránsito, tuvieran tiempo de afianzarse, en lo que hoy es, una y otra orilla mediterránea.

Cuando de nuevo se abrió el Estrecho de Gibraltar, y las aguas atlánticas volvieron a inundar el Mediterráneo, se separaron las poblaciones europeas y africanas, que optaron por tomar diferentes caminos evolutivos.


       

No resulta ninguna grandiosa revelación, advertir que los vegetales que por algún motivo, escogieron entornos desérticos para instalarse y desarrollar en ellos sus ciclos vegetativos, optan esencialmente por adoptar alguna estrategia de supervivencia contra la sequía. A simple vista, el protagonista de nuestra historia ha decidido realizar un ambicioso acopio de agua, ensanchando sus tallos a modo de cactus, para atesorar en ellos un preciado líquido del que disponer en épocas más críticas.

Pero sin embargo, nuestro "Chumberillo de lobo" ha escogido un método bastante más sofisticado a la hora de almacenar agua en su tallo. Difícilmente podría hacerlo al modo tradicional, si tuviese que aguardar los pocos días de lluvia que precipita en la zona (algunos años en los que llueve, suele hacerlo tan sólo en un par de ocasiones). Además, se tropieza con el handicap que asentarse en un terreno tan pedregoso, en el que el agua líquida se pierde rápidamente por filtración.

       

Entonces y ante impedimentos de este tipo, ¿qué ingenioso método habrá escogido esta diminuta especie para almacenar agua en sus tallos?

La zona y la época que suelo escoger para estudiar y fotografiar a este pequeño "Caralluma", es casi siempre la misma: los primeros días del otoño.

Antes de venir a realizar las fotografías, me han informado que hace meses que no llueve, pero sin embargo observo que los "Carallumas" están carnosos y floreciendo.

¿Qué explicación se le puede dar a este hecho, casi inexplicable? 


El perfecto camuflaje con el entorno, es otra de las opciones adaptativas del "Chumberillo de lobo"


A diferencia de otras muchas especies que vegetan en zonas áridas, esta planta tan sólo tiene que aguardar estoicamente, las frecuentes llegadas de las "maresías" con la consiguiente carga de humedad que traen desde el mar los vientos dominantes: la mayor parte de las ocasiones, en situación de vientos de "Levante" o de "Poniente".

Cada vez que ello ocurre, y ocurre frecuentemente, las gotitas de humedad ambiental quedan adheridas al grueso y ceroso tallo, para resbalar directamente hasta la raíz, algo que queda tremendamente favorecido por la pedregosidad del terreno.


La observación del "Chumberillo de lobo" es un auténtico espectáculo de la naturaleza almeriense.


Además de esta magnífica estrategia, el "Caralluma europaea" ha diseñado igualmente toda una batería de opciones adaptativas, para preservar su presencia aquí, en el Cabo de Gata.

Al observar esta especie, se podría pensar que sus apetitosos tallitos carnosos, parecen aguardar a ser comidos por algunos de los rebaños caprinos que visitan la zona; sin embargo, su acre sabor amargo los hará desistir de engullirlos.

Pero es que además, esta pequeña planta más asemejada a un cactus, que a ninguno de sus especies afines, no deja de sorprendernos, no sólo por la adaptabilidad de su tallo, "El Chumberillo" oculta además, otro portentoso secreto.

Cómo sabemos, la función de las flores es atraer a sus polinizadores, y esta planta esconde en sus flor, otra ostentosa estrategia de supervivencia.

Y es que su flor desprende un olor algo desagradable. Pero hace algo más: la flor está notablemente más caliente que el resto de la planta, se están calentando las flores. Pueden llegar a alcanzar una temperatura similar a la del cuerpo de un mamífero.

Moscas comunes y algunos escarabajos, son atraídos por la combinación olor-calor, insinuando imitar la temperatura y el hedor de un animal muerto recientemente. La flor, permanecerá abierta tan sólo un par de días y luego, se cerrará para siempre.

Con todo ello y con su perfecto camuflaje, arraigando dónde pocas plantas desean hacerlo y disponiendo de un verdadero ejercito de polinizadores, se favorece sobremanera su pervivencia en un entorno tan poco propicio para la vida, cómo es la región del Cabo de Gata: un auténtico prodigio de la adaptación vegetal.


La diminuta florecilla del "Chumberillo de lobo" ha desarrollado al igual que su tallo, una singular estrategia adaptativa para atraer a sus pequeños polinizadores.


     


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