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Protagonista principal: el "álamo negro" Jalonando los tramos medios de ríos y barrancos de la alta montaña nevadense, aparece con frecuencia "el chopo" o "álamo negro" (Populus nigra); un árbol muy resistente a las crecidas de estos cauces en ocasiones torrenciales, que es poseedor además de un elevadísimo valor botánico y paisajístico. De igual modo, el álamo negro y todo lo que conforma su entorno, es refugio y hábitat natural de numerosas especies de flora y fauna. |
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Como bien salta a la vista, el álamo negro es una especie caducifolia de corteza oscura, ramitas cilíndricas fácilmente mecidas por la leve brisa y cuyas hojas romboidales, ponen la típica nota de color al otoño de Sierra Nevada. Precisamente una de las peculiaridades de este árbol es su curiosa hoja, que, agitada sin cesar por cualquier leve brisa, tiembla permanentemente, lo que ha dado origen al nombre popular de álamo temblón. Al parecer, ese continuo movimiento de agitación de sus hojas, retrae a los herbívoros e incluso a los insectos, que suelen buscar otras especies "mas tranquilas". A medida que las temperaturas de los primeros días del otoño comienzan su descenso, el árbol va tomando en las donde inciden los frescos vientos, una tonalidad que pasa del bronceado al amarillo, dándose una diversidad de colores sorprendente; el final, es una lluvia de hojas que servirá para fertilizar el suelo. |
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Con la finalización del período otoñal y la pérdida del vigor vegetativo que anuncian las llegadas de las primeras nieves, la desnudez de los álamos se va haciendo cada día mas patente, atravesando los árboles por varias etapas, hasta alcanzar en el crítico período de inactividad total, un aspecto desgarbado y fantasmagórico en el que queda sumergido durante la totalidad del largo y riguroso invierno nevadense. |
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Espectacular ciclo de vida y muerte Los pinares y alamedas que se esparcen por los pequeños barrancos de la zona media de Sierra Nevada, entremezclan su colorido, transfiriendo al paisaje un fuerte aroma de descomposición de las hojas. Hojas que una vez putrefactas, serán semilla para la vida en la próxima primavera. |
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Sierra Nevada ofrece al viajero que la visita en otoño, otra serie de árboles de hoja caduca, muy interesantes por sus tamaños formas y tipos, muchos de los cuales ofrecen, al igual que los álamos, espectaculares coloraciones otoñales. |
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El género 'Acer' agrupa a un gran número de vegetales leñosos con una formidable variación en cuanto a su talla y tipo de hoja. Las tonalidades rojas, cobrizas o doradas que adquieren algunos arces en la época otoñal son sumamente llamativas, ya que quien ha visto a algunos de estos arces en las semanas previas a la caída de sus hojas, ha contemplado un espectáculo difícil de olvidar. |
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El bosque caducifolio de Sierra Nevada Los bosques son para nosotros fuentes de vida y origen de numerosas leyendas, y durante siglos, han ejercido a lo largo de la historia del hombre, un hechizo y una atracción especial, pero he aquí que paradójicamente es el propio ser humano el responsable de su destrucción continua y sistemática. Sin embargo, Sierra Nevada y otras serranías béticas como las sierras de Baza, Los Filabres o María, suponen ser el último reducto meridional de ciertos tipos de bosques, bosques que con la figura de protección de parque natural, han sabido conservar con relativa buena salud, una impresionante y en ocasiones hasta espectacular masa forestal que en ocasiones sorprende al viajero poco avezado. |
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El clima mediterráneo, por sus largos períodos de sequía estival, resulta muy difícil de soportar para ciertas especies boscosas que predominan en la España húmeda, pero sin embargo, sí que existen un buen número de árboles o arbustos, capaces de satisfacer los rigores de un clima tan extremo. En Sierra Nevada, resulta relativamente fácil toparnos con encinares, carrascales, robledales y pinares de repoblación, completándose esta lista, con zonas mas o menos amplias de castañares, árbol este que nunca pasa por formar zonas boscosas, debido al valor que su fruto, ha tenido durante siglos en la economía de las pequeñas poblaciones rurales del entorno. Como bien es sabido, la principal característica de los bosques caducifolios está en pérdida anual, y casi simultánea, de todas las hojas al comenzar el invierno y su posterior resurgimiento en la siguiente primavera. |
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Este engranaje, forma parte de un complejo mecanismo en el que todo comienza con los primeros rayos de sol de la nueva primavera. El suelo comienza a calentarse y las herbáceas, que habían perdido todas sus partes aéreas y permanecían bajo tierra en forma de semilla, bulbo o tubérculo, y a su vez quedaron aisladas del frío por las hojas caídas que tapizaban el suelo, comienzan a brotar y a florecer con cierta rapidez. Al poco tiempo, son los arbustos los que abren sus yemas para comenzar su crecimiento y floración. Por último, los árboles, cuando el sol calienta ya durante un buen número de horas al día, alcanzan su máximo esplendor, y sus densas y frondosas copas, hacen que los estratos bajos del bosque adquieran un ambiente húmedo y de penumbra capaces de favorecer la vida de las plantas de menor porte. Sin duda alguna, la belleza y el sosiego que otorga el otoño en Sierra Nevada, es difícilmente comparable al del resto de las estaciones del año. |
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