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Para cualquier botánico que se precie, localizar este género de plantas en su hábitat natural, es como resultar agraciado por un importante premio en la lotería; pero sin embargo, ellas están ahí, aguardándonos.


Las "Linarias" que fueron enclavadas desde siempre en la familia de las Escrofulariáceas, es un bellísimo género de diminutas plantas, que coloniza sin apenas contratiempos, hábitats tan diferentes como, desiertos, roquedos, arenales e incluso sobrepasa sin dificultad, cotas superiores a los 3.000 metros sobre el nivel del mar en la alta tundra de Sierra Nevada.


Es pleno invierno en el Desierto de Tabernas y sin embargo, un excepcional tapiz de "linarias" decora este efímero prado.


Una bellísima Linaria verticillata, trepa por un roquedo en la Sierra de Gádor. Un congénere suyo, la Linaria glacialis, se abre paso a duras penas por entre el cascajar de la tundra de Sierra Nevada. Otra, la Linaria nigricans, despliega durante el invierno todo su encanto por entre los retamales de las ramblas de Tabernas.

Linaria verticillata
Linaria glacialis
Linaria nigricans

Estas tres especies, como el resto de "linarias" hasta completar un plantel de catorce diferentes, tienen algo en común. Y es que, dado su diminuto tamaño, han de desarrollar alguna estrategia de supervivencia, para competir con otras especies de mayor tamaño y flores más vistosas, en la tremenda carrera por la atracción de los escasos polinizadores que pululan por su entorno.

   

Este, mi segundo "Paseo junto a Darwin", he decidido dedicárselo a un grácil género de plantas llamadas "Linarias".

Cuando se habla de linarias en la flora almeriense, nuestra imaginación se traslada a las extensas praderas blanquecinas que decoran algunas ramblas próximas al Desierto de Tabernas. Se trata de la Linaria nigricans, una atractiva especie que debe su calificativo específico al color pardo-negruzco de sus semillas.

La clave de tan espectacular floración, se debe al acopio de agua que se produce en algunas llanuras del Desierto de Tabernas y cómo no, a la sincronización en su floración, del extensísimo número de individuos que componen sus poblaciones. Sin embargo, un interés especial despierta en mí, otro grupo de "linarias" más pequeñas, más escasas y con un aparente menor poder reproductivo: la "Linaria pedunculata" que vegeta con pena y con gloria, en algunas playas de la costa de Almería.

Encontrar una aguja en un pajar, es un verdadero juego de niños, comparado con la localización en este enclave del Cabo de Gata, de la diminuta "Linaria pedunculata".


   
     

Fotografiar una especie botánica durante largos años, puede crear un vínculo entre el vegetal y el humano. En concreto, vengo anualmente a fotografiarla a esta playa del Cabo de Gata, buscándola apasionadamente entre un auténtico "mar de flores"


 

De entre la variada colección de "linarias", que colonizan diferentes hábitats en Almería Natural, es escogido la que quizás sea más endeble, escasa y difícil de localizar: "Linaria pedunculata"

Para ello, me he venido a esta famosa playa del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, dónde ya avanzada la primavera, se entremezcla entre sus arenales con otras especies de mayor porte, mayor número de individuos y flores bastante más llamativas que la linaria. En estas circunstancias, ¿cómo es posíble que los escasos insectos se fijen en ella para polinizarla?

Estoy plenamente convencido de que Charles Darwin tendría una adecuada respuesta para ello, pero a mí, me ha llegado a impresionar la estrategia utilizada por tan microscópico género.


   

La imagen de la izquierda, muestra con claridad en el extremo del espolón, la trampa azucarada; mientras que a la derecha, se muestran las líneas orientativas que seguirán los polinizadores, para llegar hasta ella.

El escenario dónde se va a desarrollar esta historia, es un inmenso y venteado arenal junto al mar, dónde proliferan generosamente, especies propias y bien adaptadas a este tipo de hábitat costero: limonios, cyperus, silenes, asteriscus y un sinfín de llamativas compuestas de flores amarillas.

Entre todas ellas y con un escasísimo número de individuos, aparece y no todos los años, nuestra "Linaria pedunculata". Una humilde planta de frágiles tallitos carnosos rematados por gráciles florecillas pardo-amarillentas.

Ante tan siniestro panorama, nuestra protagonista, ha ideado un ingenioso mecanismo adaptativo, para hacerse con los favores de los escasos insectos polinizadores que revolotean por esta playa.

       

Tanto Darwin como algunos de los naturalistas de su época, descubrieron en su día que algunas plantas, no sólo intercambiaban polen o semillas a cuenta de favores de polinización; sino que, hubieron de especializarse ofertando, un jugoso y azucarado néctar que colmarían con creces las apetencias de ciertos grupos de insectos. La morfología de las "linarias", presenta en sus diminutas florecillas, un espolón en su extremo terminal, que aparentemente tan sólo parece un recurso decorativo.

Hemos de fijarnos muy detenidamente en ellas, y más exactamente en dicho espolón, para darnos cuenta que en determinados días, presenta una precaria línea de flotación que marca el nivel de llenado de tan preciado néctar que recogerá el insecto que la visite, y por supuesto, polinice la flor. Con tan empalagoso obsequio a la vista, ahora tan sólo es necesario, indicarle al polinizador, cuál es el mejor y más rápido camino para llegar hasta el.

Entomólogos y naturalistas de todo el mundo, han realizado numerosos ensayos para conocer cómo ven los insectos y si estos, son capaces de distinguir el color de las flores, con resultados realmente sorprendentes.

Así, hoy se sabe que la abeja por ejemplo, no distingue bien el color rojo, y cuando se acercan a flores de este color, lo hacen porque las mismas reflejan luz azul que sí pueden captar. Además, son muy sensibles a la luz ultravioleta que nosotros los humanos no podemos percibir.

Así en 1862, Charles Darwin había publicado la "Fertilización de las orquídeas por los insectos", una obra menor dónde el ilustre botánico, establecía las relaciones entre plantas y polinizadores. Y es que las "linarias", como otras muchas especies, disponen de auténticas señalizaciones en sus corolas a modo de autopistas, que indican al polinizador por dónde ha de entrar a recoger su dulce recompensa.


Una vez atiborrados con el dulce néctar, el resto de la estancia en el interior de la flor, es un trepidante y continuo revoloteo, dónde quedará impregnado por numerosos granos de polen, que más tarde trasladará a otro individuo de esa misma especie.

De esta elegante e inteligente forma, la pequeña "linaria" siempre en desventaja por su tamaño y colorido con otras especies que la rodean, conseguirá el objetivo de ser polinizada entre un mar de flores rivales. Es, "LA ESTRATEGIA DE LA LINARIA".

   




 

 

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