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Paraje Natural Desierto de Tabernas

Un mundo atormentado por el agua, el sol y el viento.


Encajonado entre las sierras Nevada, Gádor, Los Filabres y Alhamilla, el Paraje Natural Desierto de Tabernas ofrece un auténtico abrigo a las lluvias atlánticas; las mediterráneas en cambio, precipitan en un corto espacio de tiempo dando lugar, junto a la erosión producida por el viento, a un paisaje atormentado en el que al menos en verano, no parece existir ni el más mínimo atisbo de vida.

Una variada gama de ocres y colores blanquecinos, unido a un elevadísimo índice de radiación solar, hacen del Desierto de Tabernas un enclave único en el continente europeo. Sin embargo, es posible localizar unos pocos seres vivos que para poder sobrevivir en él, han ideado ingeniosos mecanismos de adaptación a las crudas condiciones de este inhóspito hábitat.

Si me acompañáis, daremos juntos un inolvidable viaje, que hará resurgir en vosotros unas desmedidas ganas de visitarlo; pero eso sí, nunca olvidéis una gorra, vuestra cámara de fotos y un poco de agua.

Fotografías y texto de Antonio Soriano García



[1] LA RAMBLA DE TABERNAS


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Frente a este pequeño oásis, daré comienzo mi viaje a través de la Rambla de Tabernas.

     
     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No, ni mucho menos se trata de un montaje fotográfico. Apenas comenzado el deshielo en la vecina Sierra de Los Filabres, el Desierto de Tabernas se llena de agua e indefectiblemente de vida. Los pocos seres vivos que han optado por vivir aquí, no tienen tiempo que perder. Vivir rápido, suele ser para ellos la mejor estrategia de supervivencia.


 

 

En el sentido más estricto, la Rambla de Tabernas supone ser la columna vertebral del paraje natural de este "desierto". Comienza en sentido sur-norte como afluente del Río Andarax y finaliza, cerca de la población de Tabernas.

Más que una arteria fluvial, los habitantes de la zona, la utilizan como una auténtica vía de comunicación, si exceptuamos los pocos días en que por las lluvias torrenciales, se hace peligrosamente intransitable.

A lo largo de la totalidad de su cauce, nos encontraremos con vegetación higrófila. Cañaverales, carrizales, adelfas y tarayales, crecen en torno a afloramientos espontáneos de agua salobre. Y entre ellos, otras especies de menor porte como, limonios y algún que otro endemismo de este desierto.

     
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El "Alfaro", el inefable y dominador Cerro Alfaro, se deja entrever desde cualquier rincón de este desierto. Las desmedidas fuerzas orogénicas que llegan desde el sur, lo levantan cada año unos pocos milímetros. África se nos acerca de manera inexorable. A sus pies, un desordenado rompecabezas de ramblas y cárcavas, esperan cobijar a los sufridos residentes capaces de habitarlas.


 

En paredones verticales, las aves encuentran cobijo y protección para nidificar al amparo de posíbles predadores. Se pueden avistar siempre que sea la época adecuada, abejarucos, halcones, cernícalos, cogujadas, y cómo no, la joya ornitológica de este desierto: "el Camachuelo trompetero".

Desde un punto de vista estético, y debido a su enorme amplitud en algunos puntos, la Rambla de Tabernas ofrece al fotógrafo la posibilidad de utilizar objetivos abiertos ó grandes angulares, que dotarán a nuestras fotografías de una mayor espectacularidad.

Al igual que otras ramblas de este desierto, su visita resulta recomendable en otoño e invierno; pues la persistente calima de los meses cálidos, restarían brillantez a nuestras fotografías.

 

 




[2] EL VALLE DE LA SAL


 

 

Sin duda alguna, este es el desierto más desierto, salado y meridional de toda Europa.

     
     

 

Guardo nefastos recuerdos de la primera vez que lo visité, posiblemente sería al final de un caluroso verano y a una hora del todo inadecuada. No sólo el excesivo calor del ambiente, sino el que desprendía el suelo, me causó tan desagradable sensación, que su recuerdo hizo que tardase bastantes años en volver. Ni una señal de vida por ninguna parte, causó en mí un profundo respeto por este pavoroso lugar.


   
Esta enorme hondonada que hoy conocemos como Desierto de Tabernas, no tuvo siempre el aspecto actual que tiene hoy en día.

Encajonado entre sus colindantes sierras de Los Filabres, Nevada y más recientemente Sierra Alhamilla, perteneció hace algunos pocos millones de años, a la cuenca mediterránea.

El efecto de las lluvias torrenciales sobre los blandos sedimentos que fueron resbalando y rellenando esta cavidad, incorporaron a esta parte del desierto una enorme cantidad de sustancias y sales minerales, como carbonatos cálcicos y magnésicos, cloruros sódicos, potásicos, silicatos, etc.

     
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Descomunales "bolos erráticos", sin aparente relación de composición con el suelo, salpican gran parte de este valle. Su enigmático origen, parece estar en la capacidad de transporte de ríos y glaciares que los desplazan desde lugares lejanos y desconocidos. Pero inquietantemente, aquí no existen ni una cosa ni la otra.


 

     
Lentamente y con el paso del tiempo, estas sales minerales se fueron acumulando en el suelo, para aflorar con posterioridad a la superficie por la acción de la evaporación. Las lluvias, el viento y las enormes oscilaciones térmicas, acabaron el ingente trabajo de modelado de este recóndito Valle de la Sal.

Localizarlo y poder fotografiarlo, me dio en su día, una de las mayores satisfacciones como fotógrafo y naturalista. Aunque también es cierto, que por sus condiciones ambientales, adentrarse en el, supone someterse a una dura prueba ante la desolación y la soledad.

No aconsejo, por sus duras condiciones ambientales, visitarlo en las horas centrales del día, ya que podría ser, un ejercicio de alta irresponsabilidad.

 

 




[3] LA RAMBLA DEL BÚHO Y EL CABEZO DEL ÁGUILA


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comienzo mi tercer viaje fotográfico por el Desierto de Tabernas, en este lugar donde antaño, anidaban algunas parejas de Búho Real que llegaron a darle nombre a esta rambla.

     
     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por lo que he podido averiguar, en este enclave de la Rambla del Búho se filmaron algunos Spaghetti Western y otras películas históricas. Geológicamente hablando, se trata de un claro ejemplo de "terraza marina" compuesta por conglomerados y areniscas fuertemente cementadas, que al quedarse sin base por la erosión se fueron fracturando y rodando pendiente abajo, dando lugar a este caótico y llamativo paisaje. Su nombre: "La Tortuga".


     

De entre la maraña de ramblas y pequeños cauces, originados por la erosión al retirarse el Mar Mediterráneo del llamado "pasillo" Alhamilla-Filabres, destaca desde la lejanía una enorme pradera que invierno tras invierno es tapizada por una diminuta, bella y endémica especie: Linaria nigricans.

Esta llanura llamada "El Búho", fue elegida en 1969 por Franklin Schaffner para rodar escenas de la famosa batalla “El Guettar”, de la película Patton. Si sois minuciosos y pacientes paseantes, aún podréis encontrar por la zona algún resto que os servirá como recuerdo de tan espectacular combate. La llanura, es el comienzo de la Rambla del mismo nombre, que finaliza en el insólito promontorio de "El Cabezo del Águila".

     
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quienes conozcan este desierto, saben que en parte se encuentra salpicado por enormes peñones que aparecen entre la llanura y le otorgan una innegable personalidad. El que nos ocupa, aunque en su día llegó a llamarse "Cerro Castillejo", cambió su denominación por "Cabezo del Águila", pero os puedo asegurar que se precisa imaginación, como para ver en él la cabeza de rapaz alguna.


     

Y es que, "El Cabezo del Águila" es una seña más de identidad de este desierto. Visible prácticamente desde cualquier punto, pone una nota discordante con la llanura que lo bordea.

Su esbelto y delgado "pingurucho" deshecho en parte por el paso de los años y la erosión, obsequia a quién lo visita, con un atractivo entorno donde poder desplegar su creatividad fotográfica.

Ha de tenerse muy en cuenta, que su ubicación está localizada en terreno privado, por lo que hay ocasiones, en las que al asomar por el lugar, pertrechado como un fotógrafo profesional, el recibimiento puede ser "no demasiado amable". Y es que, se puede ser fotógrafo, aunque lo mejor es no parecerlo.

 

 




[4] EL VALLE DE LAS SOMBRAS


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este enorme bloque de "aglomerado", nos invita a visitar un auténtico "Mar de piedras". Es el comienzo de mi cuarto viaje fotográfico por el Desierto de Tabernas.

     
     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En cada una de las ocasiones en las que visito este enclave, y suelo hacerlo varias veces al año, me planteo el mismo dilema: ¿qué brutales fuerzas habrán moldeado todo el desorden que me rodea? No dejo de imaginar entre la inquietante y pasmosa soledad que aquí se respira, cómo azotaron los vientos, cómo asolaron las lluvias y cómo este pequeño y recóndito valle, soportó temperaturas tan extremas, como para resquebrajarlo y proporcionarle este aspecto tan desolador.


     

Con la desecación de esta antigua cuenca mediterránea, que se conoce hoy como Desierto de Tabernas, multitud de materiales provenientes de las sierras colindantes, acabaron descansando sobre su antiguo lecho marino, un lecho que lenta pero inexorablemente iba a ser socavado por un clima muy particular.

El resto de tan colosal proceso, fué una lenta obra del sol, del viento y de la propia agua de lluvia, que moldeó palmo a palmo este monumental paisaje cómo si de un trabajo de orfebrería se tratase. Un paisaje desolado y agreste donde la palabra clave es: "erosión".

El crudo y áspero moldeado de este espacio natural, oferta al visitante un enigmático mundo de formas, un paisaje no repetitivo, que renueva día a día su especial caleidoscopio de luces, pero sobre todo de sombras.

     
 

 

No solamente la naturaleza, ha sido y está siendo la encargada de adornar con inarmónicas y fantasmagóricas figuras esta parte del desierto. Si no que del mismo modo, los pocos visitantes que se atreven a entrar en este valle, apadrinan igualmente con extrañas y caprichosas figuras, la ornamentación de este tétrico paraje.


Imagino que han sido tan pocas las personas que han optado por adentrarse en este llamado "Valle de las Sombras", y ello lo ratifican las nulas huellas humanas que se pueden encontrar en él, que su visita bien pudiera produciros dos sensaciones del todo antagónicas.

De una parte, la placentera de sentirse aunque tan sólo por unos instantes como, el único habitante del planeta. La soledad, la quietud y la ausencia de vida es tal, que la visita bien os pudiera resultar muy placentera.

Y por otra, si es que el viaje lo hacéis en solitario, la de un inquietante temor ante las sombras que se abatirán sobre vosotros, sobre todo durante las primeras o las últimas horas del día.

¡Ni se os ocurra venir por aquí, para realizar fotografía nocturna!

 

 




[5] EL VALLE DE LOS SAURIOS


 

Es un privilegio fotografiar un lugar, cuyo valor es muy superior al de todas sus grandiosas partes.

     
     

Hay quién parece afirmar, que el cineasta norteamericano Steven Spielberg visitó esta parte del Desierto de Tabernas, para inspirarse en la creación de su particular "Jurassic Park". Conseguir hacer realidad el sueño de clonar dinosaurios del Jurásico, y crear con ellos un parque temático, podría ser la mayor de las fantasías de cualquier paleontólogo. Pero de una u otra forma, esta fantasiosa quimera, os la intentaré mostrar en mi quinto viaje fotográfico por el Desierto de Tabernas.


   
En ningún otro lugar de este desierto como aquí, se hacen tan palpables dos de las tres condiciones que la naturaleza elaboró para moldear un paisaje que aunque pétreo, se encuentra saturado de escamas, colas o espinas dorsales de un buen número de reptiles.

De una parte, las formas caprichosas que dejó a secarse, un fondo marino que ocupó hace tan sólo unos dos millones de años, lo que hoy conocemos como Desierto de Tabernas.

De otra, los aportes de terrenos blandos procedentes de las sierras colindantes, que ocultaron las pétreas formaciones del antiguo mar y que tanto la acción erosiva, como el empuje de la placa africana, fueron dejando al descubierto. La tercera y última condición, un persistente y continuado trabajo orfebre del viento.

     
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nadie fue capaz de alinear, ni tan siquiera colorear, estos voluminosos y blanquecinos bloques de piedra, pero sin embargo, nos indican amenazadoramente la entrada al "Valle de los Saurios". Junto a ellos, lo que parece un arcaico fondo marino, levantado por las tremendas fuerzas orogénicas procedentes del norte de África.


     
Ante tan semejante y desolador escenario para la vida, pocas han sido las criaturas que han resuelto instalarse aquí. Seres vivos, que no parecen vivir, sino más bien aferrarse a la vida.

 Es por ello, por lo que fotografiar este desolador entorno, pudiera llegar a crispar las expectativas del fotógrafo más optimista, a no ser que lo que vengamos a buscar en el, sea un fantasmagórico y aterrador paisaje, propio del Mioceno

Aconsejaría desde estas líneas, no visitarlo y mucho menos aparentar que somos fotógrafos de un cierto nivel, sin haber solicitado con anterioridad el permiso correspondiente. Se trata de una finca privada, dónde no siempre seremos recibidos amistosamente.

 

 



 

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